Un vampiro diferente


vampiro

Durante sus más de 700 años de vida, Ciro había vivido bajo las normas y costumbres de los vampiros. Así lo habían educado y así habían vivido siempre sus familiares y amigos también vampiros como él. Pero Ciro, aunque siempre había obedecido y seguido las normas y mandatos de los vampiros, se sentía diferente y no se sentía cómodo viviendo de esa manera.
Vivir de noche, chupar sangre a las personas, dormir en un ataúd y asustar a los demás, no eran cosas que le agradarán a Ciro. Con la llegada de internet, Ciro descubrió que existía un mundo diferente y quería formar parte de él.
El vampiro se la pasaba mirando vídeos de jóvenes divirtiéndose en las playas, surfeando, haciendo pícnics, montando bicicletas y muchas tantas cosas más.
El problema de Ciro era que no podía salir al sol, ya que eso era fatal para cualquier vampiro. Así que se le ocurrió una idea, acudiría a un médico dermatólogo para aprender a exponerse al sol sin sufrir daños.
Ciro acudió a la consulta totalmente cubierto con un sobretodo, un sombrero y una bufanda que tapaba su rostro. Una vez allí, nervioso por el miedo a asustar al doctor se explicó lo mejor que pudo.
—Eeeeh bien, vengo porque tengo una condición que me impide exponerme al sol —dijo Ciro.
—Cuénteme ¿de qué patología se trata, ya ha ido a otro médico que le hizo el diagnóstico? —inquirió el doctor.
—Bueno, no es una patología… Soy un vampiro, doctor.
El médico se echó a reír creyendo que estaba siendo víctima de una broma pesada.
—No es una broma doc, y por favor no se asuste —dijo Ciro, que comenzó a quitarse el sombrero y bufanda para que el médico pudiese verlo.
vampiro Por sus rasgos, su palidez y sus colmillos, no había dudas de que Ciro era un verdadero vampiro. El dermatólogo quedó anonadado.
—¿Un vampiro de verdad? —preguntó el doctor casi sin aliento.
—Así es. Pero necesito vivir diferente, ya no quiero atacar a las personas para beber su sangre. Y también quiero salir a la luz del sol y hacer amigos. Pero sin eso no sé cómo puedo subsistir —dijo Ciro preocupado.
Después de pensar unos instantes, y de terminar de asimilar la situación el doctor le respondió a Ciro.
—Bien señor, en cuanto al sol le recomiendo que se exponga utilizando gafas de sol, y en su piel protector solar. Aquí le anoto cuál es el mejor para usted.
El doctor le entregó un papel y prosiguió.




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