Lejos del pueblo, en la parte del bosque, habitaba una comunidad de cerditos. Todos ellos compartían sus
actividades tanto las que eran para subsistir y alimentarse, cómo también las actividades para divertirse, jugar
y descansar.
Entre ellos había una cerdita que se llamaba Mónica. La cerdita Mónica era conocida por sus amigos por siempre
lograr sacar ventaja de las situaciones, conseguir cosas que a los demás les costaba adquirir y de tener siempre
la información acerca de todo lo que pasaba tanto en el bosque con los cerditos cómo con los otros animales y
también en el pueblo.
Mónica la cerda, lo graba todo eso porque era muy entrometida y astuta. Los demás cerditos conocían
perfectamente su personalidad, pero no se preocupaba mucho al respecto. Todos, excepto Patricio, él tenía cómo
opinión que si Mónica la cerdita era así con los otros podría también ser así con ellos. Por eso no confiaba
plenamente en ella.
Un día Mónica llegó al bosque con un canasto de manzanas. Se veían deliciosas. Los cerditos se acercaron todos a
Mónica. Ella empezó a convidar a manzanas a todos los demás.
—¿Qué pasa Patricio? ¿Por qué no coges una de las manzanas?— preguntó Tomy, otro de los cerditos.
—Prefiero no involucrarme con Mónica +, comeré sobre las frutas que tenemos aquí nosotros —respondió Patricio.
—Pero no seas tonto Patricio, esas manzanas se ven muy ricas y Mónica nuestra amiga porque desconfías.
—Bueno, todos sabemos que ella consigue las cosas de formas raras. Ya sabemos también todos que numerosas
ocasiones ha engañado a otros animales o a la gente del pueblo para conseguir algún tipo de alimento o cosa rica
que ella quisiera.
—Bueno, sí, puede ser, pero nosotros somos sus amigos y su familia porque teníamos que desconfiar qué haría algo
así con nosotros — respondió Tomy.
—No lo sé Tomy Pero prefiero hacerlo así yo, tú haz lo que quieras.
La tarde finalizó con todos los cerditos del Bosque comiendo manzanas excepto Patricio. Y así, en otras
ocasiones, Patricio prefirió siempre mantenerse al margen de todo lo que conseguía o hacía Mónica.
Una mañana sucedió qué Mónica había propuesto a varios cerditos ir a caminar por el bosque. Les dijo que había
encontrado un gran tesoro, muchos árboles frutales se encontraban en cierto punto y les pidió los cerditos que
le acompañarán para traerlos, ya que eran muchos y sola no podría.
Como siempre, Patricio desconfió y no fue, pero muchos de los cerditos si lo hicieron. Habían partido a la
mañana y casi al mediodía, Patricio, que estaba tomando sol, vio como los cerditos que habían acompañado Mónica
volvían corriendo con cara de asustados y sin ella.
—¿Qué pasó, Tomy? —preguntó Patricio a su amigo.